martes, 6 de octubre de 2009

26 / 11 / 2000 Chicos en peligro de gol

El sueño del Diego propio

Unos 600 mil pibes se desparraman en tres mil clubes de la Argentina. Los representantes buscan pichones de cracks por todo el país. Se mueve mucho dinero y los padres presionan a sus hijos para salvar a la familia a través de sus gambetas.








VICENTE MULEIRO. De la Redacción de Clarín.

U
nos pasos más allá del círculo central el pibe salta en busca de un centro endiablado. Salta, y con un leve toque de su pecho ahuecado hace caer la pelota junto a su pie derecho. Tiene nueve años y levanta la cabeza para ubicar a sus compañeros como si fuera Riquelme. Hace exactamente lo que tiene que hacer. Pero justo en ese momento escucha un grito imperativo, casi rabioso: ¡¡¡Pegale!!!.

Es la inconfundible voz de papá que quiere que el nene, además de la maravilla que ha hecho, firme el gol con su apellido. Pero el hijo pródigo se abatata, se aturde. En esa mínima fracción de tiempo la voz paterna y la voz de ese nosotros que es el equipo se le han mezclado y no lo dejan decidir. Entonces le quitan la pelota.

Sabado a la tarde en cualquier barrio de la zona metropolitana. Sábado 19 de noviembre a las 17 en La Paternal. Promedia la jornada en la que se enfrentan las categorías infantiles de Villa General Mitre, el local, y Mataderos Juniors de la liga del FEFI. Maximiliano Fernández, el árbitro , bufa: "Una jornada de huérfanos sería ideal. Los chicos vienen a divertirse, los padres convierten esto en un trabajo".

Francis Cornejo era el entrenador de la novena preparatoria de Argentinos Juniors en 1968, cuando el Goyo Carrizo, un pequeño futbolista de 8 años de Villa Fiorito, le dijo " ''Profe, en mi barrio hay uno que juega mejor que yo.'' Y yo no lo podía creer, Goyo era un jugadorazo. Pero me trajo a Diego Maradona. Lo tuve entre los 8 y los 15. Era un pibe bárbaro, leal, introvertido, cariñoso. Hace dos meses, cuando presentó su libro en el Hilton me invitó, me dio un abrazo y me dijo: ¡Perdón, perdón por tanto olvido! Lloré. Lloramos todos".

"La idea de tener a un Diego en casa obsesiona a los padres"
-dice Francis- ¿Pero cuánto hace que no sale un Diego, un Pelé?. Si aparece uno que aparezca, pero no traumaticen más a los chicos. Hay una psicosis terrible. Cuando empezó a hacerse ver el Muñeco Gallardo ya todos decían: es Maradona, es Maradona. Tranquilos, decía yo, el pibe es buenísimo ¿Pero cómo va a ser Maradona si todavía no es ni el Beto Alonso?".

Marcelo Gallardo jugaba al baby en el Estrella de Maldonado, un club de barrio que nutre de talentos a River, del mismo modo que Parque lo hacía con Argentinos Juniors y ahora lo hace con Boca, Newbery y Parque Chas con San Lorenzo y Caballito Juniors con Ferro. Precisamente River acaba de comprar los derechos federativos de Gerardo Castro, para ingresarlo en su división de fútbol infantil. Además lo becó para que curse el secundario en el Instituto River Plate. Castro también hacía baby en Estrella de Maldonado. Tiene once años y ya pagaron 25 mil dólares por él. con el acuerdo de sus padres José y Azucena, según informaron fuentes del club.

Es que en el fútbol, las estrellas se encienden cada vez más desde la niñez. Los cazadores de talentos quieren capturar a sus presas de pichones. Maradona tuvo suerte de iniciar su carrera en el ''68. Hoy lo cercarían los apoderados, acaso se lo llevarían a Europa con un osito de peluche, le prometerían el paraíso y lo arruinarían en las preliminares. Los chicos, a la edad de soñar con ser astros ya se cotizan y salen a la cancha con rasgos de pan de leche en la cara y un gesto ceñudo que remeda a los guerreros adultos.

Entre los clubes de barrio que participan en ligas, las escuelitas de fútbol y las divisiones inferiores del profesionalismo hay en en la actualidad una cantera nacional de 600 mil chicos en unos tres mil clubes, de los cuales 90 pertenecen a la AFA. Lo sabe Deloitte & Touche, una de las cinco grandes consultoras de este planeta que en la Argentina ha decidido invertir en fútbol. Uno de sus socios, Eduardo De Bonis, explica: "Es un emprendimiento de empresarios argentinos y europeos. Se trata de desarrollar una suerte de incubadora de futbolistas. No buscamos un Diego sino diez o veinte jugadores de buen nivel. Tenemos contratos con clubes del interior. Invertimos en infraestructura y equipamiento deportivo. Si sale alguno bueno se comparte un porcentaje de los derechos federativos futuros".

El interés de los europeos por la existencia de un incógnito Dieguito tuvo una escena fuerte el jueves en Monteros, provincia de Tucumán, donde el club italiano Inter abrió su escuela de fútbol, un "Intercampus", como le llaman a esos predios que ya poseen en algunos países de Africa y en las favelas de Río de Janeiro. Los milaneses proveerán alimentación y asistencia sanitaria y si pinta algún crack no será fácil que pase por Atlético o San Martín de Tucumán. Sí será probable que se haga adulto en Italia.

Carlos Benítez, coautor con Sandra Comisso del libro La infancia hecha pelota denuncia que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) "invirtió veinte millones de dólares en Brasil para escuelas de fútbol, ¿Por qué no invierte ese dinero en microemprendimientos? En Brasil y en la Argentina se han vendido chicos por cincuenta y cien mil dólares". El presidente de Boca, Mauricio Macri, se siente víctima de este mercado porque el padre del adolescente Fabián Coloccini, retiró a su hijo de las inferiores haciendo uso de la patria potestad y lo vendió al Milan de Italia. "Conseguimos un resarcimiento de cinco millones de dólares -dice Macri—.Pero el caso nos dejó un gusto amargo, Coloccini padre era entrenador de las inferiores y usó esa posición para beneficiarse. El mercado del fútbol infantil es un hecho, hay que asumirlo. La FIFA está reglamentando la compra-venta de chicos jugadores. Es una realidad que hay gente que invierte en eso y quiere su ganancia. Hay competencia y nosotros también competimos".

Sí, hay competencia: el pibe Carlos Martínez jugaba en All Boys. Boca consiguió que su padre activara la patria potestad. El chico, que integró el sub 20, juega ahora en Boca con el apellido de la madre, Tévez. Competencia: como escribió Hernán Castillo en Clarín Christián Bonilla y Juan Manuel Seijo, de la octava campeona de Argentinos Juniors, súbitamente desaparecieron de los entrenamientos. Los había captado Hernán Berman, el mismo que representó a Saviola, con la promesa de colocarlos en Portugal. Mucha competencia: Nicolás Navarro, también de Argentinos, se esfumó. Según denunció el presidente del club, Oscar Giménez, lo captó un dirigente de River, César Traversone. Mucha, muchísima competencia: Christián Ledesma, de las inferiores de Boca y de los juveniles de José Pekerman, pidió permiso para ir a ver a su madre a Puerto Madryn el 28 de mayo. No apareció más. Los dirigentes de Boca descubrieron que había partido de Ezeiza el 1 de agosto en vuelo de Alitalia. La dupla padre—representante es temible ¿Pero quién se salva?.

Walter Villarruel conduce la Asociación Civil y Deportiva El Barrio, en Boedo, y aunque la frase suene cruda, asume que vendió a su hijo a Boca. Boca y River antes compraban, ahora son los que venden. Tienen como una fabriquita. Boca invierte nueve millones en las infantiles. Hay chicos como Bombín, Marinelli, Ruiz, Cepeda que ni pasan por la primera de Boca, se venden antes a Europa. Privilegian la producción, tienen un molde. Pueden pifiarla con algunos y ser injustos, pero el negocio está bien hecho"

Su hijo, Rodrigo, estaba en la novena de Huracán. Salió campeón, estuvo en el sub-17. Hoy lo maneja un representante.

Los representantes concitan una variada gama de calificaciones:

"Es mejor que mi hijo trabaje con un representante y no conmigo que soy su gran fana. Hay representantes buenos y malos. Están quienes los ayudan para que vayan a los entrenamientos, con viáticos, ropa, trabajan un montón". (Walter Villarruel).

"Los representantes y los cazadores de talentos van a torneos barriales, colegiales y así van trayendo pibes. Hay equipos con los cuales no juego porque se especializan en robar jugadores. Los cazadores ofrecen llevar y traer un pibe en remisse, le dan trabajo al papá, unos pesos, indumentaria. Hay una piraterería total. Se enorgullecen con frases como ''yo me chorié a tal pibe''. Y el pibe pasa a ser como un caballo de carrera: lo cría, lo alimenta y espera que gane el gran premio" (Jorge Celico, ex arquero y coordinador de fútbol infantil de Huracán).

"Más culpables que los representantes son los padres que quieren que su hijo vaya a un club más importante. Ahora, si un representante consigue que un pibe estudie y vaya a un buen club, no lo veo mal". (Marcelo Pulse, presidente del FEFI).

"Había un pibe que jugaba bien, para robárselo al club anterior le dieron la concesión del buffet al padre. Los cazadores de talentos encaran a los padres y le ofrecen ganar diez veces más de lo que gana. A Tucumán han ido a buscar pibes. Dicen que son representantes, ponen un cartel y cobran cien pesos por chico para probarlos en Boca.¡Y hay quien los paga!" (Carlos Benítez).

"Si soy un tipo que me echaron de la fábrica, estoy terminando de pagar el taxi y viene alguien y me ofrece 50 mil dólares para manejarme al chico y se trata de un profesional...y bueno" (José María Aguilar, secretario de River).

"Acá no los queremos. Ofrecen dinero, artículos del hogar, un futuro en Boca o en River. Ellos fomentan que los padres, en lugar de un hijo, vean una caja fuerte. Cuando se le dice a un chico que va a Boca o a River lo más probable es que no concluya los estudios ni juegue en Boca ni en River" (Roberto Funes, técnico de Villa General Mitre).

Esto es fatalmente cierto. De los millares de chicos que juegan al fútbol apenas entre el 3 y el 4 por ciento accede a algún nivel del profesionalismo. A su vez, de ellos, uno asomará la cabeza por encima del nivel medio. La clave entonces es lo que sucede con la inmensa mayoría. Omar Medina, titular del FAFI, dice que "el baby fútbol hizo renacer a los clubes de barrio que estaban abandonados como esos viejos aros de básquet. Ahora se hicieron gimnasios y se llenaron de gente. Esa gente levantó los clubes, trabajando a pulmón, haciendo rifas. Cuando empezamos en esto había apenas un diez por ciento de canchas techadas. Hoy calculo que hay un 80".

El instructor de Huracán Jorge Celico admite el papel del fútbol a la hora de sacar a los chicos de la calle pero cree que, como está organizado en la actualidad "con las presiones de los padres, algunos técnicos sin capacidad que los queman, el dinero que hay en circulación y los pocos que finalmente llegan, esto se convierte en una fábrica de frustrados, tu vida gira alrededor de la pelota y un día esa pelota desaparece".

Las apetencias paternas y maternas parecen menos descabelladas cuando se toma nota de que en la zona metropolitana hay 956.450 chicos, el 36,5 por ciento, que viven por debajo de la línea de pobreza, es decir que en su núcleo familiar hay ingresos mensuales que no llegan los 480 pesos. A su vez, 158.000 chicos (el 9,6 por ciento) son indigentes, según datos proporcionados por la consultora Equis.

Con esas cifras en la mano es más difícil rasgarse las vestiduras sobre la moralidad de los padres o asombrarse de que los del Inter vengan a buscar frutos entre los desamparados del Jardín de la República tal como ya lo hicieran en otros parajes arrojados de la mano de Dios. Cómo no tentarse si entre junio del 99 y junio del 2000 los ingresos para los clubes de primera "A" arrojaron un total de 265,7 millones de dólares, entre recaudaciones, ventas de jugadores, publicidad y derechos de tevé. La cifra para un período anual es de todos modos exigua para los 636 millones de dólares que se mueven en España o los 817,5 que maneja Italia.

En el futuro se ven billetes y crece la tensión. Los padres vociferan "¡Quebrálo!", si le faulean al nene, las madres prepotean a los técnicos, algunos entrenadores se pasan de vivos y cobran por probar chicos en los clubes grandes. Las instituciones y las escuelas de fútbol se tornan hipercompetitivos; un club, Parque, es desplazado de FAFI porque se hiperprofesionaliza y gana todos los torneos de taquito; los técnicos cobran de trescientos a mil y pico de pesos, los chicos desaparecen misteriosamente de los entrenamientos y reaparecen en Europa, las ligas proliferan: FAFI, FEFI, CAFI, Metropolitana, La Matanza, la Policial. Los chicos, y los padres a través de ellos, quieren pegar el salto gardeliano. Hasta en la ciudad presuntamente más resguardada el mito de "M''hijo el dotor" que ilustrara para el teatro Florencio Sánchez, se desvanece y abre paso a un desmedido sueño del Diego propio que, con seguridad, dejará frustrados en el camino. Como dice el árbitro de CAFI, entrenador y ex jugador Sergio Mercau ."Recuerdo que jugábamos contra Argentinos y nos paseaban y nos goleaban en el 79 y en el 80. . Los padres decían: "estos, a primera llegan todos". Llegó uno. ¿Para qué tanta presión".

El descubridor de Diego ve que hoy aparecen por las canchas muchos pibes de clase media. "Si hablamos de grandes jugadores ocho de cada diez salen de los potreros, del pobrerío. El verdadero jugador es el que tiene a la pelota como único juguete", dice Cornejo por encima del lenguaje plateísta de Roberto Perfumo, la carrera de ginecólogo del goleador de la "D" Sebastián Neupide o de la formación en Ciencias Económicas de Damián Manusovich.

Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/zona/2000/11/26/z-00315.htm

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