sábado, 10 de octubre de 2009

Violencia en el deporte infantil

Mente sana en cuerpo sano, es un viejo adagio griego, que en mucha de las experiencias de nuestros niños y niñas parece no cumplirse. El deporte para muchos de nuestros semejantes menores de 21 años, es una instancia con alto riesgo de lesionarse mental y físicamente Es una experiencia donde se violan muchos de los derechos del niño o niña a muchos niveles, que se suman a los factores asociados al incremento de nuestros problemas sociales entre ellos: las enfermedades sicosomáticas, las enfermedades "mentales" y la violencia. Si se examina la definición del vocablo deporte, se evidencia que lo que se hace frecuentemente no es lo que debe ser, por lo que el resultado generalmente no recoge todos los beneficios que esta vital actividad brinda. El deporte es una actividad placentera que se realiza sistemáticamente con el objetivo de recrearse, motivarse y alcanzar una meta. Para los griegos el "deportare" era una actividad que se realizaba "de puertas hacia fuera" de la ciudad, también se asocia esta palabra con la experiencia de los marinos, que al terminar las faenas cotidianas se retiraban al puerto - "de portu"- para distraerse o transportarse a otro estado de ánimo. Todas las posibilidades que conozco de la etimología del concepto apuntan a la conclusión de que lo que realiza en nuestros parques, canchas y áreas de juegos muchas veces es algo diferente u opuesto. En muchas situaciones se podría definir que para nuestra niñez el deporte es una actividad angustiosa que se realiza obligatoriamente y que genera una gran tensión, desánimo y frustración en la consecución de las metas. Algunas razones que hacen del deporte una actividad mas estresante que lo necesario y de alto riesgo son: el énfasis en la competitividad, ignorancia de los principios humanos y científicos que lo rigen, las expectativas equivocadas y el lenguaje con el que se comunican tanto protagonistas como espectadores del evento. Se dice que lo importante es competir, pero todos sabemos que eso es una gran falacia, que lo primordial para mucha gente verdaderamente fanática del deporte es ganar cueste lo que cueste. Obtener la victoria aunque represente "la cabeza del adversario "en bandeja de plata. Este último parece ser el mensaje que muchos padres, madres y entrenadores le brindan a sus hijos e hijas con comentarios tales como: "botaste el juego, yo te cojo en casa". En este aspecto la reestructuración cognoscitiva frente a la frase disonante de "lo importante es competir" debe ser: "lo importante es esforzarse, aprender y disfrutar". Los niños y niñas se insertan en el deporte no para ganar sino para conocer formas de dar el máximo. La función social de esta experiencia debe ser: pedagógica antes que competitiva. Esto significa que los jóvenes deportistas se superen mediante la implantación de técnicas físico-mentales que mejoren el rendimiento, si se gana: bien, si se pierde, se aprende. De esta forma la tensión que en si misma trae la competencia, se aminora, cuando el mensaje que se le da al participante es: "te amo, no importa los resultados". La persona es más importante que el producto final de la jornada. Cuando la meta es dar el máximo tampoco es un permiso para lesionar o atropellar, ni siquiera mentalmente al individuo. Las heridas a la autoestima sobretodo en la niñez y la adolescencia, suelen mas difícil de sanar que las físicas. En torno a la ignorancia que rigen los principios humanos y científicos del deporte infantil, el primero es la recreación y protección del participante. Otro de estas pautas giran entorno a la edad, sexo y condición del niño o niña. Este análisis permitirá un programa de entrenamiento que minimice las lesiones e incluya los movimientos indicados mas correctos de acuerdo a lo que recomienda la fisiología del ejercicio. En muchas ocasiones basta contemplar los ejercicios de estiramiento o calentamiento que se realizan, para percatarse de que el entrenador o entrenadora, sólo tiene experiencia y buena intención, pero no conoce los elementos que disminuyan las probabilidades de lastimarse y aumentar la ejecutoria de acuerdo a su potencial. Otro elemento que contribuye a aumentar la violencia en el deporte lo son las expectativas equivocadas. En párrafos anteriores, se analizó que la competencia deportiva en la niñez es para aprender y disfrutar y no para ganar necesariamente. Sin embargo, esa no es la única expectativa falsa que se tiene del mismo. Otra de las mas comunes es pensar que el cuerpo estará mas sano, si la mente esta ocupada en algo constructivo. Así debiera ser, a no ser por la angustia y tensión que ese afán por ganar pueda querer disfrazarla mediante una conducta inadecuada dentro o fuera juego o competencia. La agresividad, la depresión, la falta de concentración, desinterés, inercia o el buscar alivio al dolor mediante las drogas y el alcohol, pueden aparecer en la vida del joven atleta. Finalmente, el lenguaje que se utiliza en muchas de las Pequeñas Ligas es violento y ofensivo. Para animar a un equipo, no hay que destruir al otro. Para fomentar un mayor rendimiento, no hay que insultar al jugador o jugadora. Para analizar las causas de la baja ejecutoria no hay siempre que culpar al árbitro y menos en forma nociva que le reste su autoridad frente a menores de edad, que están en un proceso de discernimiento moral y de confianza en el poder externo. Se puede animar y a veces gritar sin palabras soeces. El lenguaje tiene que ser claro, específico, asertivo y enfocado en lo que se debe mejorar. Es hora de detener este maltrato de menores institucionalizado, Fufi Santori lo ha denunciado también en diferentes foros. El magisterio de Educación Física tiene que ejercer una función mas activo, junto al Departamento de Recreación y Deportes y el Departamento de la Familia. Es hora de legislar para evitar que estas graves violaciones sigan ocurriendo. Las personas que colaboran voluntariamente en el deporte infantil deben estar certificadas, la buena intención no basta. Es momento de promover un deporte verdaderamente sano, constructivo e integral.

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Carlos Rubén Carrasquillo, Ph D.

Fuente:http://www.fiepbsas.org.ar/violencia.htm

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