viernes, 9 de octubre de 2009

8 / 5 / 2009 Norberto Ruso Verea y el fútbol infantil.

Inauguramos este nuevo espacio, con la publicación de la Nota que le hicimos a Norberto Verea para el pimer número de la revista Prensa Verde. Las opiniones del Ruso, siempre enriquecedoras, suenan como un grito de alarma en este mundo tan hermoso y frágil como es el del fútbol infantil.
Para los que la leyeron en la revista y para los que no, acá va entonces la palabra de Norberto Ruso Verea, que siempre es una invitación a la relfexión.

Norberto Ruso VEREA
Arquero, conductor de radio, periodista, director técnico, hombre de rock, de fútbol, de barrio.
El Ruso Verea es un referente para los que ponen la pelota delante del negocio, y escucharlo siempre es un placer necesario.En esta charla, como siempre, Verea llama a las cosas por su nombre y deja en claro que desde aquel pibe que se guardaba las monedas del sandwich para seguir al Loco Gatti por todas las canchas, a este hombre escuchado, respetado y admirado, hay un hilo conductor que permanece inalterable: el Ruso es un hombre de bien, un tipo con códigos de barrio, es de esa gente a la que da gusto estrecharle la mano.

Pirucha abre la puerta de la casa de la calle Sarmiento y dice que el Ruso ya viene, y mientras esperamos, arranca con su catarata de anécdotas, fotos, recuerdos, que con entusiasmo juvenil va soltando uno tras otro. Y detrás de cada imagen va otra historia, y avanza otro relato que nos cautiva hasta estallar tras el remate desopilante. Cuando el Ruso entra de la calle, ya estamos plenos de vida, de fútbol, de tango, y ya entonces será imposible poder agradecer tanta calidez, tanta buena onda, tanta generosidad.

- Cuando nosotros llegábamos al Club queríamos divertirnos, compartir, crecer jugando al fútbol – dice el Ruso, y marca desde el comienzo una primera diferencia (y no menor) con el fútbol infantil de estas épocas. -
Es verdad que hoy hay grandes contras. No está la calle, casi no está la calle, el adoquinado, el tirar paredes con el cordón que hasta te daba la chance de ir mejo-rando la técnica, la viveza de aprender a poner el cuerpo porque estabas podrido de que en la pared con el cordón te dejaran pagando. Hoy, todo está más ligado a desarrollar en los pibes un entrenamiento mucho más parecido al que tiene un juvenil o aún un profesional. Por ende, ese punto de partida de venir a jugar, se desvirtúa totalmente, lo que menos hace el chico es jugar, desde muy temprano se lo somete al escarnio de la competencia y entonces pierde un concepto fundamental que es divertirse para crecer divirtiéndose.

- ¿Por qué se liga esta idea de divertirse con la de perder? Pareciera que para ganar hay que ser una máquina de nervios y que jugar disfrutando es sinónimo de derrota.
- Lo primero que debe quedarle claro al pibe es que nadie quiere armar máquinas de derrotas, que nadie quiere perder, pero cuando se compite, una de las cosas que enseña el competir es que hay tres resultados, y se puede ganar, empatar o perder.
Levantar la bandera de crecer divirtiéndose no quiere decir que desconozcamos otro de los aspectos que tiene todo esto del fútbol infantil y que es que el nene crezca desde el conocimiento del juego en lo mínimo, básico e indispensable, o sea, que si tiene que parar una pelota, pueda hacerlo y no se le vaya por debajo del pie. Todo eso está ligado al proceso en el cual un entrenador, más allá de enseñar los conceptos básicos para moverse en el campo de juego, debe empezar enseñando la idea de grupo, la solidaridad. El fútbol pensado desde la solidaridad es el que todos anhelan, claro que esto es un ideal, es el fútbol pensado a un toque, que para un nene es imposible porque hasta es demasiado complicado para profesionales.

- ¿Cuál es el papel que a tu entender debe jugar el entrenador en pibes de tan corta edad?
- Hay una cuestión que es clave: si el chico termina su proceso en el fútbol infantil harto de la presión, cansa-do, habiendo perdido ese concepto esencial de crecer diviertiéndose, sin haber jugado, sólo para convertir a su entrenador en un bobo que dice “Yo saqué campeón a la 58”, “Yo saqué campeón a la 64”, “Yo descubrí a Pepe”, “Yo, yo y yo”, pierde todo lo que tiene este juego de maravilloso, y el chico crece en la peor historia. La dirigencia elige a un entrenador porque piensa que es el indicado para hacer crecer a sus pibes, y esa dirigencia es la que se ocupa de que no falte la ropa, de que estén las pelotas, los elementos para trabajar, para que el chico se sienta cómodo; pero ¡ojo!, es fundamental que el nene sepa que eso no garantiza nada, podés estar bien vestido y tener todo el apoyo de la dirigencia y vas a futuro de tronco si tenés un mal entrenador o padres que están enloquecidos y vuelcan sus frustraciones en un campo con chicos que quieren jugar.

- Los padres en el fútbol infantil: todo un tema...
- Yo siempre dije que antes de entrenar a los pibes, hay que entrenar a los padres; a los pibes hay que dejarlos jugar. Los entrenadores no deben dejar de crecer en su conocimiento, no sólo en cuestiones técnicas o del juego, deben lograr que toda esa técnica individual que se le enseña a los pibes esté siempre en pos del jugar. Podemos trabajar todos los días de la semana en técnica individual, pero si después en la competencia, hacemos que el arquero se la tire al más grandote para que el más grandote la cabecée y ganemos con 10 goles del grandote y los que juegan a los costados no la tocan nunca, y el del medio la ve pasar por arriba, todo lo que hicimos en técnica individual en el trabajo de la semana no sirvió para nada. Porque no hay mayor posibilidad de crecimiento que la competencia, entonces desarrollar la competencia tiene que ver con desarrollar los fundamentos que vos diste de técnica individual a lo largo de la semana.

- Un tema delicado, ya que hablamos de la competencia, es el de los pibes que no juegan o juegan muy poco.
- Ese es otro aspecto importantísimo. El pibe que no juega es el que se tiene que sentir más apoyado, es con el que más hay que hablar, con el que hay que tener una relación de más yunta, porque ese pibe es el que se vuel-ve a la casa con la frustración de decir “no me ponen”, es el pibe que va a sufrir las consecuencias de un padre que le diga “no vayas más, si sos malo...”, lo que hay que tratar de lograr que nunca pase, o está el padre que lo lleva saltando de club a club o que le va a pedir explicaciones al entrenador de por qué no juega, y ahí está el otro problema: ¿Por qué no juega? Y entonces volvemos al principio: no juega porque “yo quise sacar campeón a la quinta, a la sesenta y nueve o a la dos mil cuatro.”

- Hay un mensaje nefasto con el que se nos bombardea todo el tiempo, el de clasificar a las personas en “ganadores” y “perdedores”, como si la vida toda fuera una competencia de todos contra todos, donde lo único importante es ganar a cualquier costo.
- Ese mensaje oficial es muy perverso: el que gana existe y manda, y el que no gana no existe. las competencias están armadas de una manera donde el gran negocio, aún siendo pibes, termina siendo más importante que el desarrollo y el crecimiento de los chicos, porque pibes hay muchos y porque padres con la ilusión de salvar con el pibe un futuro que ellos no pudieron conseguir, entregan a los pibes a toda esta máquina, que en muchos casos es una máquina perversa.

- Esa competencia, donde la presión es muy grande para pibes tan chicos, ¿Cómo incide luego cuando éste llega a juvenil a profesional?
- Esa es otra parte del problema: no se puede dejar de reconocer que el nivel de competencia al cual el pibe se ve sometido desde muy chico, es el que le va entregando el plus para después ser lo que es en juveniles o en primera. Lo que pasa es que todavía no hemos encontrado el balance entre lo que es realmente importante y lo que la competencia necesita de eso que es verdaderamente importante.
Para ser entrenador de pibes hay que estar muy preparados, asumir que es una responsabilidad muy grande y que el entrenador no es el que junta la ropa o guarda la pelota.
Las Comisiones Directivas debieran plantearse objetivos en la formación de sus infantiles y el entrenador que designen debe llevar adelante esos objetivos.
A veces es preferible perder un partido que perder un grupo. Los entrenadores gritan, los padres gritan, y el pibe guarda todo, algunos revientan en llanto, otros lo procesan de otra manera.
El peor entrenador es el que pierde pibes por cansancio, el que lleva a un pibe a decir “no juego más”. O sea, en los momentos donde el pibe más tiene que querer jugar, donde empieza a crecer, para ser competitivo, vos perdiste los jugadores. Si nos pasa esto es porque estamos decididamente mal.
Entrenar nenes de esas edades es muy difícil, y una cosa que muy pocos tienen en cuenta es el descanso, y el descanso es parte del entrenamiento.

- ¿Cuáles son los errores más notorios en los que se suele caer en los entrenamientos de infantiles?
- Si el entrenador no está preparado, se puede caer en errores muy grandes, porque se tiende a imitar cual-quier cosa que se ve por ahí sin tener en cuenta las diferencias; lo ven a correr a Guillermo con un paracaídas en la espalda y dicen “¿Por qué no les ponemos un paracaídas en la espalda?”, lo ven a Palermo hacer sentadillas y dicen “Debe saltar así porque hace sentadillas”,
y así...
Por eso pienso que si un club quiere hacer las cosas seriamente tiene que tener por lo menos un fisiólogo y un deportólogo, para manejar correctamente estos conceptos, porque sino seguiremos cometiendo errores y perdiendo el concepto de juego, cada vez hay menos circuito de juego, cada vez se corre más, se grita más, se pelea más y se juega menos.

- En este “cada vez se juega menos”, ¿cuánta influencia tiene la idea de que todos deben marcar, de que no hay más jugadores con la libertad suficiente para dedicarse a crear?
Cuando encontramos a alguien que juega bien, lo primero que hacemos es tratar de someterlo al esquema en vez de pensar adonde la libertad de ese jugador nos puede a nosotros desarrollar y convenir en el juego del equipo. Una cosa es Maxi Morales libre, y otra es recostado sobre el carril izquierdo, preocupado porque no le ganen la espalda y por ganar la zona por cubrir, ahí ya es otro jugador.
Esto es clave: cuando uno, en el fútbol infantil, hace estas cosas, no está asumiendo riesgos, está haciendo correr riesgos a los chicos en el desarrollo y en el momento clave de ese desarrollo.

- La presión por el resultado, y sobre todo en edades tan cortas, anula la posibilidad de disfrutar jugando. Los partidos se terminan sufriendo...
-Claro. Y ojo, no estoy diciendo que los pibes lleguen, se pongan la camiseta y “salgan y diviértanse” y se comen setenta y cinco goles, nadie está hablando de que el dos tiene que salir jugando todos los tiros ni que haya que reventarla, pero acordémonos de las veces que dijimos “sacala” o “pateala a cualquier lado” en vez de “jugá”. Cuando vos juntás eso en tu cabeza y lo conceptualizás, te vas a dar cuenta que tu mensaje es cada vez más, mucho más grave de lo que parece ser y entonces ahí hay que invitar a la reflexión a todos los que entrenan jugadores, sobre todo en esas edades.

- Una vez más, tu comentario lleva a plantearse que tan nociva puede ser la presión desmedida de los padres que quieren que su hijo sea el jugador perfecto.
- Y si, los padres son un tema. Una vez escuché a un entrenador de pilotos de autos de competición que dijo “en la Argentina tendríamos muchísimos más mejores pilotos de los que tenemos si los nenes me llegaran huérfanos.” La frase, si bien es durísima, no deja de ser una gran definición sobre este tema.

- Para muchos el mensaje de “ganar como sea” está por encima de cualquier cosa.
- El concepto de ganar como sea nadie lo puede explicar, porque no tiene explicación posible. La idea de la trampa instalada como viveza ¿Nos gusta o no nos gusta? Si me conviene la hago y si me la hacen a mi protesto.

- Ruso: te agradecemos enormemente la generosidad con que nos recibiste y te pedimos una reflexión final para todos los que de una u otra manera estamos ligados a este mundo tan hermoso y delicado como es el del fútbol infantil.
- Hay cuatro conceptos básicos: marcar para recuperar, de recuperar jugar, de jugar ir a la gestación y final-mente llegar a la definición. De esos cuatro conceptos, pensemos cuáles son los que están más desarrollados y entonces nos vamos a dar cuenta por qué se nos quiebra la pata de la mesa.
El punto es el vínculo que tenemos nosotros con una realidad que es exasperante, y desde ese lugar, todos estamos sometidos a la peor parte, pero también somos todos muy cómodos, porque es más fácil responder “¿Y que querés que haga?”
Asumamos esto: hagamos jugadores, hagamos compañeros, hagamos pibes responsables, pibes que crezcan en la felicidad de jugar, jugar y jugar.
Jugar es mucho más difícil que no jugar, que intentar que no jueguen, lo más fácil que hay es destruir, lo más difícil es construir. Asumir esos riesgos y esa responsabilidad es parte del desafío que tenemos como entrenadores, y aparte de eso, nosotros estamos construyendo pibes nuevos, vida nueva, y lo peor que le puede pasar a un pibe es que tenga el pensamiento de un viejo, y hoy hay muchos pibes que piensan como viejos
Entonces: primero preparate, después asumí el riesgo, no dejes nunca de estar actualizado, ponelo en práctica desde tu conocimiento, desde tu personalidad, desde tu capacidad, y fundamentalmente sostené la idea, porque siempre dije que si un equipo de fútbol es una idea, un club es un estilo de vida
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Reportaje exclusivo a Norberto Verea para Prensa Verde N° 1. Abril de 2008.

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