domingo, 4 de octubre de 2009

10 / 8 / 2009 Informe Especial La Pérdida de la niñez

El baby fútbol vive una influencia creciente de innumerables presiones: hay casos de padres que golpean a los entrenadores y a los árbitros, clubes que se roban jugadores, partidos con presencia policial y empresarios que aprovechan la ansiedad familiar

10 de Agosto de 2009 - 01:12


Por Martín Castilla
De la Redacción de LA NACION

Así que te llevaste a los pibes... ¿Quién c? te creés que sos? Ahora vas a ver lo que te espera.

-Paren, ¿qué les pasa...? ¿Esto es porque ganamos? Esperen. ¡Uy?!

-Vamos a ver si ahora te dan ganas de volver a dirigir...

* * *

Poco antes de un partido de baby fútbol, uno de los entrenadores de la categoría 1999 del club Minerao había escuchado la recomendación: "Mirá que el ambiente está caldeado". Hace dos semanas, en uno de los partidos con Cideco, en Lanús, los minutos se hicieron interminables para el técnico Ariel Alonso. En medio de la mirada de los chicos, la intolerancia de un grupo de padres. Un empujón dentro del vestuario asusta a los que miran con ojos de niño; un puño anónimo pega con fuerza sobre el DT y una voz -la del dueño de los nudillos- arranca el diálogo mencionado en el comienzo de esta crónica.

El relato de Alonso estremece. "Nosotros ganábamos 8-0. Faltando un minuto empezaron los insultos hacia nosotros, pero, lo que es peor, también a los nenes. Una vez en el vestuario, se me tiraron encima y me sacaron el hombro de lugar. Salí a correr para la calle, pero en el estacionamiento me volvieron a pegar. Eran como ocho, pude identificar a entrenadores y padres del otro equipo. Tirado en el suelo me volvieron a pegar patadas. Se detuvieron porque creo que pensaron que me habían matado y porque mi hijo Nicolás lloraba desconsolado. Uno de los papás de los chicos que dirijo me cargó en el auto y me llevó al hospital", cuenta Ariel Alonso, que fue atendido durante seis horas en el Hospital Vecinal de Lanús. Terminó con el hombro dislocado y sufrió cortes sangrantes en la nariz, una oreja, más la fisura de una costilla, un ojo negro y golpes varios. Por este hecho, Alonso radicó la denuncia en la comisaría 2a de Lanús, que la amplió con la identificación de sus agresores.

El baby siempre fue la representación del toque y de la gambeta. Del fútbol de potrero, el de antes. De esa sensibilidad trasladada a la pista, donde la pelota nunca se detiene. Donde sale poco, y va y viene. Con precisión, con clase y con piruetas también. Y con chicos de 6 a 13 años como protagonistas.

Después de muchas situaciones reveladoras y de escuchar infinidad de veces la frase "el baby es así", allí apareció el desafío por ingresar en este juego de chicos inmerso entre la presión de los grandes. Donde los niños a menudo conviven con situaciones y reacciones violentas. Donde muchas veces se les exigen resultados, goles, buen juego y, por encima de todo, que lleguen a primera división. Entrenadores y dirigentes coinciden en que el escenario cambió y mucho. Lo que hace unos años era el lugar para que los más pequeños se divirtieran, para apartarlos de las tentaciones de la calle, hoy parece ser la primera parte de un camino que roza lo profesional. Más que de juego y de jugadores, de un mercado propicio para la competencia por encima del espíritu formativo.

Pudo ser un muestreo de lo que son los partidos de los chicos. De sus capacidades y de su comportamiento, de cómo algunos clubes les brindan contención y una cuota alimentaria necesaria. De la importancia que tiene ser parte de un equipo, con todo lo que eso implica. Pero se convirtió en la numeración de ejemplos de los estados alterados de los padres. Como sucedió hace unas semanas en el club Juventud de Devoto, donde un tumulto con no menos de 20 de personas suspendió el partido ante la mirada de los chicos; ahora la liga FAFI está analizando la suspensión del club.

Desde un costado, casi de incógnito, se puede comprobar cómo los hijos tienen más claro que sus progenitores el hecho de que juegan por diversión. Aunque sufren una presión tremenda. Muchos hasta juegan por plata, por un viático, y lo hacen en varios partidos por fin de semana. En la zona sur, un chico conocido con el apodo "Pitino" tuvo que cambiar de club, amigos y de categoría, porque al padre le prometieron 200 pesos por partido. Casos como éstos hay muchos y son reconocidos por casi todos en éste ambiente. Fabián Castro, a cargo de la escuela de fútbol de Estrella de Maldonado, en Palermo, analiza el tema: "Muchos se olvidaron de que en el baby el resultado debe ser lo último. Esto ya se convirtió en un mercado persa, está instalado. Varios clubes de la Capital salen a buscar jugadores del conurbano, donde los chicos tienen más tiempo y lugar para jugar con respecto a otros de la ciudad".

Como muchas entidades de barrio tienen convenios con equipos de primera división, la actividad ha alcanzado una magnitud inimaginable para lo que supo ser. Tan amplia es la carrera por quedarse con los mejores que algunos clubes tienen hasta tres, cuatro o cinco planteles de una misma categoría para no perderse de anotar a ningún jugador por miedo a que se lo lleve otro club. Roberto Cemerena, profesor del club Arzeno, de Burzaco, entrega su visión: "Roban chicos descaradamente. Antes se los llevaba el club grande, como puede ser un Lanús, un Banfield, etcétera. Ahora hasta entre los equipos de baby se está dando esto. Ofrecen desde zapatillas hasta un viático para los padres, por chicos que tienen 6 años".

En la mayoría de los casos, existe un reglamento que regula la competencia y sanciona los malos comportamientos. El 1° de julio pasado, la liga de FAFI, con 8500 chicos fichados y 129 clubes inscriptos, debió modificar su reglamento como consecuencia de la cantidad de hechos de violencia que se habían dado en el último año. Desde invasiones del campo de juego, agresiones al árbitro y disputas entre los padres. La otra entidad significativa es FEFI, con 25.000 inscriptos distribuidos en 240 clubes.

Algunos clubes y sus delegados se han visto tan desbordados por el mal comportamiento de los familiares que hasta tuvieron que contratar policías. Por ejemplo, Talleres de Remedios de Escalada redujo la cantidad de incidentes a partir de pagar 150 pesos por cada efectivo que utiliza en los partidos de local. Gastos que se costean con una entrada de cinco pesos, que se cobra en los partidos considerados de "riesgo".

Los representantes, los empresarios o los veedores que trabajan para ellos colaboraron y mucho en el cambio de escenario en el mundo del baby fútbol. El primer paso para ellos es el de llegar temprano, o antes que otro, a ese aspirante a crack que siguen de cerca en los entrenamientos o en los partidos. ¿Cómo llegan a la familia? Observan, evalúan como si se tratara de profesionales, y se acercan a los elegidos -a veces con algún contacto que está en el propio club-, charlan con los padres, les ofrecen zapatillas, botines, ropa? Y si el chico es un talento del que se habla mucho en el ambiente, se va más allá, incluso con un viático mensual. La manera más común: un contrato privado con el padre.

Canchitas convertidas en ollas a presión, jugadas en busca de un escape, campeonatos transformados en competencias descarnadas y cargados de intolerancia, a la vez. Locura, desesperación y violencia en las puertas mismas de la infancia. Sucesión de imágenes de pequeñas peleas en las que los más grandes muestran todas sus frustraciones. El fútbol infantil, una excusa.

* Lamela casi pasa del futbol de salón a Barcelona
Cuando Erik Lamela, que actualmente forma parte del plantel de River, tenía 11 años y era un destacado futbolista en las pistas del baby, los directivos de Barcelona le ofrecieron a su padre, José, un empleo en la ciudad catalana, 12.000 euros y los gastos de educación de todos los hermanos para que su hijo fuera a jugar en las inferiores blaugranas. Las ganas de la mamá Myriam ayudaron para que se quedara, pero para retenerlo River cedió un 15 por ciento del pase a la familia y concedió becas de estudios a los tres hermanos, entre otras cosas.

Fuente: http://www.canchallena.com/1160700-la-perdida-de-la-ninez

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